El momento es el apropiado, tu perfume llena mi cabeza. Las estrellas se ponen rojas y la noche es tan azul… me miras, sonríes y pronuncias las palabras que tanto estaba esperando “Te amo” allí se que quiero permanecer el resto de mi vida contigo. Eres toda mi ilusión, aquella que nunca dejare… aquella que me acompañara en todos mis desvelos.

domingo, enero 30, 2011

Helena Arthur.

Helena miraba por su ventana, el cielo estaba nublado y parecía no encontrar la forma de desahogar todo ese cumulo de sentimientos que la hacían desesperarse. La taza de café comenzaba a enfriarse y el puntero del reloj no dejaba de hacer ese extraño sonido. Pensaba en cómo vivía en una burbuja de negatividad, que aunque quisiese salir libre de aquello era completamente imposible. No tenía a nadie, o quizá si… Su pequeña familia momentáneamente la hacía feliz, mientras había un debate en su cerebro sobre el significado lógico de la felicidad. Su mejor amiga Atina era la única que sabia quien era, que la apoyaba y posiblemente eso era lo único que la reconfortaba y no la hacía sentir tan solitaria.

Esperaba con ansias aquel año, un año donde escaparía en busca de la felicidad; donde se alejaría de aquel horrible lugar que degradaba su alma cada vez más. Estaba en un año difícil, donde ese sentimiento de neutralidad la invadía y estaba claro que solamente se preocupaba por su futuro no por vivir plenamente en paz… las personas eran diferentes, las cosas empeoraban cada vez más y cada día antes de irse a dormir soltaba unas cuantas lágrimas de amargura. Siempre había sido dependiente de sus padres pero la idea de irse lejos la hacía pensar si verdaderamente ella podría sobrevivir siquiera en un lugar totalmente diferente al suyo donde nada ni nadie la ayudaría demasiado. Ahí estaba Helena, pensando en sus cosas, en su vida, su familia que posiblemente se acabaría y sobre todo estaba pensando en su futuro ¿Sería feliz? ¿Obtendría lo que quiere? Y sobre todo… ¿Encontraría el amor verdadero? Pobre Helena, muchas preguntas con ninguna respuesta. Pobre Helena.



Eras mi ejemplo a seguir, ahorita no quiero ser ni tú sombra

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